La década de los 80′ ha sido reconocida en todo el mundo como uno de los mejores momentos de la música popular para prácticamente en todos los géneros base, pero primordialmente en el Pop y el Rock. Se juntaban varios factores que explotarían para dar origen a una época que quedaría marcada por el resto de los tiempos: Un fuerte esfuerzo previo de varios géneros musicales dispuestos a evolucionar, una generación con sed de nuevos sonidos, un avance considerable que permitía realizar producciones de mayor calidad, una serie de tendencias (por ejemplo la moda) que terminarían por masificarse, y sobre todo una mejor comunicación en todo el mundo.
Tears For Fears supo aprovechar las grandes masas de rockeros, pero también de “poperos”, combinándolo con su implacable habilidad y conocimiento musical, para dar como resultado uno de los discos más aclamados de los años 80′, algo similar a lo que sucedía con Supertramp en 1979 con su álbum “Breakfast In America”. Tears for Fears lanzaba en 1985 su más grande álbum, que a la fecha ha vendido más de 10 millones de copias, sí, hablamos de “Songs From The Big Chair”.
¿Qué podemos escuchar?
Una fuerte base del Rock progresivo y del Synth Pop, que se combinaban y suavizaban para que prácticamente todo el público pudiera disfrutar de esta fusión; un disco que te hace bailar, cantar y hasta hacer fuertes introspecciones derivadas de la inspiración de sus fundadores y compositores Roland Orzabal (Guitarra y voz) y Curt Smith (Bajo y voz), a quienes se les aprecia en “Songs From The Big Chair” como músicos de tremendo gusto.
El álbum abre de menos a más, comienza con el hit “Shout”, una canción que nos sumerge en el sonido de los años 80, predominando el trabajo de programación en los sintetizadores como leads, pads y también como bajo, poco a poco la canción nos sorprende con la elegante inclusión de guitarras eléctricas, con rasgueos funk, pero también con texturas llenas de chorus y delay que le dan un espacio muy especial al trabajo, y también que denota la influencia Rock de Roland Orzabal, sobre todo cuando el tono de la guitarra incluye una ligera distorsión.
Escuchamos los tintes progresivos de Tears For Fears con canciones como “The Working Hour”, una canción que evoca a una ambientación por demás rica, donde escuchamos un Saxofón muy al estilo de los también británicos Supertramp, banda que seguramente se encuentra en su top de influencias. Otra canción que se escucha progresivamente entusiasta es “Broken”, el track más oscuro de “Songs From The Big Chair”, con unos arreglos excepcionales de teclados y guitarras, muy interesante el cómo se atreven a usar la atonalidad en espacios donde cabe la experimentación; Roland Orzabal solea aquí con un estilo más hacia el Jazz lleno de distorsión, demostrándonos su capacidad con el instrumento.
El rotundo éxito de "Everybody Wants To Rule The World"
Además del interesante análisis anterior, y del éxito de “Shout” como sencillo, “Everybody Wants To Rule The World” se contenía en el disco como una masterclass de cómo realizar himnos musicales. Una canción que se ponía en las discotecas para bailar, pero que también disfrutaban los más grandes conocedores por su excelsa composición, que sorprendentemente está basada en únicamente dos acordes. Los tiempos de la batería en esta canción no son predecibles ni comunes, algo que podríamos definir como una “Simplicidad compleja”, prácticamente todos los instrumentos son muy memorables, además del timbre vocal de la banda, algo totalmente reconocible que también los haría diferentes. Podemos citar a “Everybody Wants To Rule The World” como su obra maestra, que los daría a conocer en todo el mundo.
Y es que escuchar este disco es una verdadera delicia, fluye como un barco de papel sobre una piscina. Después de este maravilloso hit escuchamos “Mothers Talk”, una canción que comienza con un misterio muy especial que poco a poco va evolucionando y nos transporta a una discoteca ochentera llena de luces neón; una canción que también predice la importancia del groove y los ritmos bailables que la música popular tomaría como influencia en años posteriores. A destacar el outro de “Mothers Talk” donde la banda experimenta con los delays para crear atmósferas que se introducen a nuestra cabeza de forma muy placentera.
Lejos de ser un disco guitarrístico, es un trabajo lleno de ambientación proveída por los teclados y el bajo, haciendo que las canciones funcionen únicamente con estos instrumentos, y colocando a la guitarra como un instrumento adicional que entra únicamente para estilizar las canciones. En ocasiones los sintetizadores toman la batuta para fabricar riffs como en “Head Over Heels/Broken”, una canción que también se percibe progresiva, con espacio suficiente para que también el bajo luzca.
Los momentos nostálgicos de Songs From The Big Chair
La nostalgia llega en “Songs From The Big Chair” en canciones como “I Believe” y “Listen”, la primera de ellas con un cierto grado audible de inocencia, y la segunda de estas fungiendo como cierre de este tremendo álbum, una especie de Outro donde destacamos la atmósfera especial que se percibe, además de la variada técnica de voces y timbres que se integran a los instrumentos para abrir paso a que la guitarra solee a su gusto.
“Songs From The Big Chair” es un álbum muy completo: Aquí encontrarás hits, instrumentación de alto nivel, canciones bailables, pasajes progresivos y un sin fin de sorpresas muy agradables. Este trabajo comprueba una fórmula que en la mayoría de los casos da como resultado grandes discos: “Músicos de altísimo nivel que hacen música para las masas”, la lo hemos visto en bandas como Toto y Supertramp ¡Una joya!
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