En 1992 llegaba “Wish”, el noveno álbum de The Cure, y uno de sus más exitosos. Grabado en uno de los estudios del multimillonario Richard Branson, dueño de Virgin, “The Mannor Studio” en Oxfordshire, Reino Unido. La mayor parte de los temas tratan acerca de como Robert Smith (Cantante/guitarrista/productor) ha tenido que lidiar con la fama, algo que uno pudiera pensar que es maravilloso, y que acaba por terminar en grandes depresiones y hartazgos.
En total se compusieron 45 canciones, pero se quedaron las mejores 12 para dar origen a “Wish”, un trabajo con comentarios divididos, pero que a la fecha es el trabajo más popular de la banda.
¿Qué podemos escuchar?
Un sonido por demás noventero, británico y depresivo, muy influido por el movimiento Shoegaze, que años después desaparecería debido a la popularidad de nuevos sonidos como el Grunge. The Cure logró dar origen a un álbum por demás balanceado, lleno de capas de sonido que sumadas dan como resultado una atmósfera sonica llena de sentimiento.
Wish es oscuro y pesado en ocasiones, tal cual se escucha en su apertura “Open”, pero también puede llegar a ser muy pop, como en su éxito mundial “Friday I’m In Love” o en “A Letter To Elsie”, una mezcla muy interesante que se homogeniza por medio del uso de efectos ambientales en la guitarra, tales como el delay o el reverb. El estilo vocal de Robert Smith también hace que el disco se escuche consistente, tanto en piezas rápidas y agresivas como “Cut”, o en la balada, “Trust”.
La dinámica es algo muy interesante en el trabajo, y parte de la magia que posee es el hecho de que sea un trabajo de larga duración, pues hace una combinación de energías que atrapan al usuario. Imagina un clima con lluvia, lleno de truenos, seguido por un arcoíris soleado, justamente eso es “Wish”.
Oscuridad balanceada
El estilo místico y oscuro de The Cure se conserva canción tras canción, sin embargo se hace con un sentido más ambiental, haciendo que cada canción se escuche sonoramente más “Grande”, acompañada de la contundencia de un bajo con un ataque muy constante, ligeramente distorsionado que le proporciona a las guitarras un apoyo especial dándoles presencia.
La interpretación vocal de Robert Smith también es indispensable mencionarla, ya que a pesar de que no es un gran cantante, sí es un gran intérprete; en cada canción logra transmitir su frustración, su tristeza, su sátira y su energía. Su voz puede ser suave, o puede subir de rango a tal grado de calificarlo casi como un grito, sin llegar a lo gutural.
El álbum es muy disfrutable gracias a su composición, pero su ingeniería hace que se disfrute aún más, pues su grabación, mezcla y masterización es de primer nivel, escuchándose un balance entre lo analógico y digital, por medio de procesadores top que sacaron lo mejor de cada uno de los instrumentos.
Un poderoso minimalismo
El álbum no se anda con complicaciones, ni con ejecuciones complejas, por lo contrario, es minimalista y repetitivo, su poder se encuentra en la dinámica y en la interpretación, intentando abrazarte en cada canción por medio de la melancolía, los sintetizadores de apoyo y las guitarras espaciales.
Si estás en un mood melancólico, este álbum te va a llenar de energía y receptividad, concéntrate en los detalles y en las capas de sonido para un mayor disfrute.
¿Y a ti qué te parece este álbum? ¡Déjanos tus comentarios!
