Sin duda alguna, St. Anger es el álbum más odiado por los puristas del metal, sin embargo, es muy interesante tanto su sonido, como su historia: La banda se encontraba enfrentando problemas internos, Jason Newsted (su anterior bajista) salía de la banda, y Bob Rock (Productor de la banda desde 1990) se encargaría del bajo en el álbum; a la par, James Hetfield (Guitarra y Voz) se tomaba un año completo para rehabilitarse, en medio de la grabación del álbum, lo que hizo aún más tedioso el proceso. Para el 2003 el sonido del “Nu Metal” era, como su nombre lo dice, la innovación dentro del género, Metallica se subía a la tendencia, dando como resultado un sonido muy peculiar.
¿Qué podemos escuchar?
Un sonido muy interesante, a cargo de la producción de Bob Rock. Si algo hay que admirarle a este álbum es la valentía de Metallica para tomar las tendencias populares del momento, y procesarlo para darle una huella muy distintiva. Las afinaciones son más graves de lo habitual en la banda, los riffs son enérgicos, al igual que el bajo, mismo que se escucha siempre presente realzando cada una de las canciones presentadas.
La batería, desde nuestro punto de vista, es algo de lo más destacable en esta álbum, además de su controversial sonido de tarola, con un entorchado muy flojo, podemos notar un excelente nivel de Lars Ulrich, quien demuestra una velocidad muy buena, sobre todo en el pedal doble. La producción de su instrumento también es excelsa, podemos destacar el brillo de los platillos y las dinámicas del bombo, mismo que siempre está amarrado al bajo.
James Hetfield cambió bastante su estilo vocal, para dar a la banda en este disco un sonido más de “Garage”, es melódica, pero también desgarradora y hasta gutural, representando perfectamente el momento por el cual pasaba la banda, pues para ellos fue un nuevo despertar, alejados de los excesos, para por fin vivir un equilibrio entre el Rock N’ Roll, y sus vidas personales.
A destacar también que la banda contrató al psicólogo Phil Towle para intentar resolver sus conflictos internos, pues esto también influyó en su sonido, se escucha una descarga de ira acumulada en años, reflejada en cada una de las piezas.
Una banda a punto de separarse
Lo entendemos, si escuchas St. Anger sin entender el contexto, puede ser difícil de comprender, sin embargo, hoy por hoy, podemos decir que fue el álbum que salvó a Metallica de su separación. Para entender mejor este álbum, recomendamos de sobremanera ver el documental “Some Kind Of Monster“, disponible en Netflix, siendo muy honestos, nosotros no pudimos digerir este álbum, sino hasta años después de haber visto el documental.
En cierto modo, podemos escuchar esta crisis en el sonido adquirido de la banda en 2003, donde inclusive, por primera vez no escuchamos ni un solo de guitarra, algo extraño para la banda. Metallica se atrevió a cambiar su sonido por completo, dando como resultado un álbum que quedará para siempre en la historia de la banda.
Como músicos también lo entendemos, debe ser algo totalmente enriquecedor, en todos los sentidos, experimentar cosas nuevas por el puro de gusto de hacer cosas diferentes: Sonidos, texturas y hasta instrumentos, donde en algunas canciones podemos escuchar guitarras de 7 cuerdas, que en este entonces, estaban muy de moda gracias a bandas como Korn.
Un sonido no entendido por muchos
Y con justa razón, pues no podemos comparar las joyas anteriores presentadas por parte de la banda, con St. Anger, pero aquí se encuentra el punto fino: No compararlo, simplemente disfrutarlo. Es un disco sin riffs memorables, sin solos, y honestamente, sin tintes espectaculares, pero lo interesante en él, radica en su historia detrás, y en su sonido particular, que en lo personal lo consideramos como bien logrado.
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