Llegaba 1990, los grandes del metal se encontraban en una época de madurez donde sus mayores éxitos, y sus mejores álbumes ya habían salido a la luz, tal es el caso de Iron Maiden, la banda llegaba después de haber lanzado obras de arte como “Killers”, “The Number Of The Beast” o “Powerslave”, solo por mencionar algunos de sus álbumes.
Por su parte, el guitarrista Adrian Smith, uno de los principales compositores de la banda, salía de la misma, y se integraba Janick Gers, un guitarrista con cualidades diferentes a Smith, que marcaría la llegada de una nueva era para Iron Maiden.
¿Qué podemos escuchar?
Un excelente álbum, pero diferente a lo que habían presentado anteriormente. Iron Maiden se había centrado en crear un Heavy Metal británico que comenzó con un sonido rebelde, y para 1989 ya se habían integrado otros elementos a la composición, como por ejemplo algunos pasajes de rock progresivo. La banda había masterizado su nivel de composición en álbumes como el predecesor de “No Prayer For The Dying”, “Seventh Son Of A Seventh Son”, donde inclusive se escuchaban algunos teclados.
“No Prayer For The Dying” decepcionó a muchos, ya que presentaba todo lo contrario a sus trabajos anteriores; este álbum se centra en la energía, no en la complejidad o en los tecnicismos, muestra a la parte más reptil de Iron Maiden, un Heavy Metal duro, con mucho carácter que va al grano y sin rodeos.
La banda conserva su sonido raíz, los temas en guitarras armonizados por terceras, las vocales de alto rango de Bruce Dickinson, el bajo estelar tocado con los dedos de Steve Harris, y el ya patentado sonido de Nicko McBrain en la batería. Las guitarras a cargo de Janick y Dave Murray presentan cambios, son más directas, más minimalistas, pero a la vez poderosas. Los solos siguen la misma filosofía, más al estilo rockstar, que al estudiado.
Nueva alineación, nuevo sonido
Muchos fanáticos se desilusionaron al escuchar esta nueva era, sin embargo, “No Prayer For The Dying” representa un periodo de transición muy importante en la carrera de la banda, algo discutible con los puristas. Como músico, siempre es gratificante innovar, cambiar tu sonido, experimentar con nuevas técnicas, entre otros elementos, precisamente esto hizo Iron Maiden, inclusive podemos mencionar que algunos de sus últimos trabajos tales como “Senjutsu” o “The Final Frontier” tomaron elementos de este álbum.
A pesar de la crítica, todos los temas son sensacionales, específicamente aquellos donde la guitarra interpreta temas memorables como en “Fates Warning” o “Public Enema Number One”, en cierta medida la banda también intentaba transformar su sonido en algo más “Comercial”, algo fácil de entender, mismo que lo lograron.
El tema visual en la banda hasta la fecha ha sido un factor de peso, la portada es un tema interesante a analizar, muy atractiva como suelen ser todos sus discos, sin embargo hay una anécdota detrás de ella muy interesante: Podemos ver a Eddie jalando a “Jimmy Swaggart”, un predicador que calificó a varias bandas de metal como “Malignas” o “Satánicas”, donde inclusive en una de sus obras utilizó la imagen de Steve Harris (Bajista) sin su autorización. Tiempo después descubrieron a este predicador con una prostituta, quedando en duda su discurso y su ideología. El tema “Holy Smoke” va dedicado para Jimmy.
Un clásico que marcó una nueva era
A nuestra consideración, este disco fue valorado años posteriores a su lanzamiento, más avanzada su discografía, pues es parte importante del universo de Iron Maiden, una parte fundamental del rompecabezas de la historia de la banda, que inclusive ha influenciado a diversos proyectos de Heavy Metal que vieron la luz posterior a 1990.
¿Y a ti qué te parece este álbum? ¡Cuéntanos en los comentarios!